Y si pudieras cambiar tu vida o tu destino en sólo 3 segundos... O cómo en sólo 3 segundos puedes pasar del "No puedo" a "Lo voy a conseguir".
30 de noviembre de 2023
La Regla de los 3 segundos o cómo cambiar tu vida en 3 segundos
29 de noviembre de 2023
Luna y Nico en la Ciudad de Entrelazados
23 de noviembre de 2023
El espejo de la Motivación
En el tranquilo pueblo de Valientes, vivía Mariajuana, una mujer llena de sueños pero atrapada en las garras del miedo.
Un buen día se cruzó en su camino un misterioso hombre que percibió en los ojos de la joven una lucha interna, y sin mediar palabra se acercó a ella y le entregó una caja misteriosa.
¿Qué hay en esta caja?", preguntó con curiosidad.
"Es la llave para liberarte del miedo y encontrar la confianza que yace en tu interior", le respondió con una sonrisa sabia.
Mariajuana abrió la caja y encontró un espejo. Lo miró detenidamente y sin embargo, este no reflejaba su apariencia física, sino sus miedos más profundos. Con respeto pero a la vez con valentía, visualizó cada imagen que le atormentaba: el miedo al fracaso, al rechazo, y a no ser suficiente, entre otros muchos.
Guiada por sus instintos más recónditos emprendió un viaje hacia el Monte de los Desafíos. Allí, se enfrentó a sus temores uno por uno. Y cada vez que superaba un obstáculo, su confianza crecía como un sol radiante en el horizonte del amanecer.
En la Cueva de la Determinación, descubrió que la clave para vencer el miedo era la motivación que nacía en su interior, la que conduce al aprendizaje y a la autoestima. Con cada paso, aprendió a confiar en su capacidad para enfrentarse a cualquier adversidad.
El faro de los Sueños, que a lo lejos pudo divisar y que nunca antes había aparecido en su vida, iluminó su camino hacia "alguna parte" y en alguna parte se pudo dar cuenta que "cualquier parte" la motivaba a seguir caminando y disfrutando a cada paso porque el faro allí seguía estando al frente de su mirada.
Su vida se convirtió en un lugar donde la confianza florecía y aún sabiendo que la cadena del miedo es inevitable, aprendió que la verdadera valentía radicaba en enfrentarse a él y transformarlo en fuente de motivación.
Tan solo tenía que volver a mirarse en el
espejo que un día aquel buen hombre le regaló.
Por José Manuel Párraga Sánchez
16 de noviembre de 2023
Lamentino y la Salud Emocional
Lamentino era un hombre que vivía en la bulliciosa ciudad de Intranquilidad. Aunque aparentaba entereza ante los demás, su interior era un laberinto de emociones sin resolver. Un día, mientras paseaba por el parque de Reflexión, conoció a una anciana sabia llamada Clara.
Clara, con ojos llenos de experiencia, notó la pesada carga emocional que Lamentino llevaba consigo. Le habló sobre la importancia de cuidar la salud emocional, un tesoro, sin duda, más valioso que el oro. Le contó sobre su propia travesía hacia el equilibrio interior y cómo el haber aprendido a reconocer y expresar sus emociones le había brindado esa paz tan deseada.
Intrigado, Lamentino decidió emprender su propio viaje hacia la salud emocional.
Visitó la colina de Autoconocimiento, donde descubrió emociones enterradas y las aceptó con mucha valentía.
En el lago de Comunicación, aprendió a expresar sus sentimientos sin temor, construyendo puentes emocionales con los demás. Y paseando por el mar del Amor descubrió los más bellos momentos que nunca hubiera imaginado poder vivir.
En el bosque de Resiliencia, Lamentino se enfrentó a desafíos que fortalecieron su capacidad para superar adversidades.
Y en la pradera de Gratitud, cultivó la apreciación por las pequeñas alegrías de la vida.
Con el tiempo, transformó su laberinto emocional en un jardín floreciente. Comprendió que la salud emocional no trata de apreciar solo las emociones positivas y de eliminar las negativas, sino de gestionarlas todas ellas con compasión y sabiduría.
Así, en la ciudad de Intranquilidad, la historia de Lamentino se convirtió en el mejor recordatorio de que cuidar la salud emocional es un viaje valioso y necesario para vivir una vida plena. De hecho el alcalde de la ciudad decidió con un apoyo unánime cambiarle el nombre. Ahora la ciudad se llama Serena.
Lamentino, tras pasar por el Registro Civil, se cambió el nombre. Y para siempre ha pasado a llamarse... Amable.
Por José Manuel Párraga Sánchez
13 de noviembre de 2023
Relato breve. "La más poderosa de las Palabras"
Allí estaba..., muy cerquita de mi, casi rozándome, pero otra vez me atreví a evitarla. Eran meses con las mismas lágrimas, con el mismo dolor, con la misma pena, con el mismo abandono, con la misma tristeza. Solía pensar que la peor cosa en la vida era terminar solo, pero no lo es. Lo peor de la vida es terminar con alguien que te hace sentir solo.
No pude reprimirme y apuré el último sorbo de café. Quería desprenderme de ella y soltarla porque me di cuenta que evitarla no tenía sentido.
Y un pensamiento cobraba fuerza en mi interior ¿Por qué evitas lo que puedes afrontar? ¡Afróntalo! Yo ya lo hice, acabé con ella, maldita, inútil, vete y no vuelvas y si vuelves me encontrarás preparado. ¡Largo Tristeza!
Cogiéndome la mano mi madre me dijo: “Hijo, si algún día recibes una invitación de la Tristeza llamando a tu puerta, dile que ya estás comprometido con la Alegría. No la ofusques porque es muy cabezona, tan sólo acompáñala hasta que se pierda en el horizonte, hasta que desaparezca en el tiempo. Y sobre todo hazlo aun cuando Alegría todavía no haya llegado. Eso si, deja las ventanas abiertas para cuando llegue. Alegría no es de golpear las puertas sino que entrará susurrando por las ventanas, como la brisa, como los rayos del sol, como la luz de luna llena. Y no la encierres, no la pongas cadenas, no le gusta. Si Alegría no es libre de hacer lo que quiera, volverá la Tristeza. ¡Ah! Ni se te ocurra ir a buscar a Alegría, nunca la encontrarás, ella te encontrará a ti, tan sólo deja abierta una ventana, por pequeña que sea”.
Mamá ya no está.
En ese momento se agolpaban en mi mente recuerdos de mi infancia. Y retumbaban en mi cerebro conjuntos de sílabas, a veces sin sentido que hacían de mi vida un infierno.
Y de pronto apareció ella, la palabra adecuada. ¿La haría caso? ¿la haría desaparecer en cuanto la viera? ¿la recordaría para siempre? o ¿la utilizaría en estos momentos de necesidad? No se, no se. Si lo supiera lo sabría. “¡Qué pedazo de perogrullada!” me dije a mi mismo intentando esbozar una mueca a modo de sonrisa fingida.
¡Déjate de frasecitas! exclamé en alto.
Afortunadamente no se me iba de la cabeza. Esa palabra que siempre aparecía en los peores momentos allí estaba de nuevo. No quería olvidarla tan solo recordarla y tenerla siempre presente, porque un día les escuché hablar, y en ello el Recuerdo le preguntó al Olvido… ¿A dónde vas? Pero claro no obtuvo respuesta. No porque fuera sordo, sino porque no le interesa. El Olvido nunca sabe dónde va, ni de dónde viene. Es más… por no ser, ni es y nunca llegará a ser. Sin embargo, el Recuerdo siempre intenta saber el porqué de las cosas. Es preguntón hasta el no va más. ¿Y le sirve de algo? ¡En absoluto!, porque a veces, las respuestas son más dolorosas que las dudas. Y las dudas, dudas son, sólo son dudas. ¿Pero cuántas veces puede uno llegar a hacerse daño con aquello que debió haber olvidado? Se preguntaba el Recuerdo. No me pude reprimir en ese momento y les espeté: “No te conformes con el olvido del recuerdo, ni con el recuerdo del olvido. Ni recuerdo, ni olvido. Porque yo olvido que he olvidado, que recordar me duele”.
Besándome en la frente mi padre me dijo: “Hijo, nadie camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces, ni alcanza la meta con un sólo intento, ni llega a la otra orilla sin haber construido puentes. Frente al abismo lo único que queda es aprender a volar, o volver por donde has venido que puede ser incluso más fácil, ¿no crees? No temas a volver por los mismos pasos ya que no existe ningún camino incorrecto, porque el camino correcto se hace al caminar y el camino incorrecto es aquel que nunca se anduvo”.
Papá ya no está.
Pero dejé de sentirme solo, a pesar de estar solo, una vez que esa palabra volvió a formar parte de mi vida. Y desde ese momento pude empezar a pintar un mundo de colores nuevos, pinté de colores mis sueños, sueños de esperanza, sueños sin complejos, sueños en una paleta con el pincel del cielo, del cielo de mis sueños, del sueño de mi cielo.
Esa palabra que hace que aproveche todo lo bueno que me trae la vida pero que también es un antídoto de la pena, la angustia, el dolor, la tristeza o la soledad. En los malos momentos no olvidarla me llena de alivio y me reconforta porque me hace recordar que todo tiene un fin y un final, y cuando camino por senderos felices me hace prudente porque sabré que estos tampoco serán eternos y les sacaré el mayor provecho.
Y finalmente me dormí…
...Dormí para soñar y soñé nuevos sueños. Sueños de bosques encantados, de hadas y de pequeños encantadores seres. Sueños de futuro y de presentes inciertos. Sueños compartidos y sueños en soledad. Busqué mi estrella en las noches sin luna..., en esas oscuras noches estrelladas..., en las únicas noches en las que ves las estrellas fugaces, en las únicas noches en las que puedes pedir un deseo, en las únicas noches en las que tus sueños…, se hacen realidad.
Y me preguntarás ¿Cuál es esa palabra tan poderosa?
La más poderosa de las palabras sin duda es… ¡Pasará!
7 de noviembre de 2023
La vida no es más que una hermosa aventura que acaba de comenzar
Había una vez una joven llamada María, cuyo corazón estaba envuelto en una densa niebla de tristeza. Cada día se despertaba sintiendo el peso abrumador de la desesperanza y la falta de propósito. Sus ojos reflejaban un anhelo profundo por algo que aún no podía definir y que le consumía por dentro.
Un día, mientras caminaba por un parque sombrío, María se encontró con un amable anciano que le ofreció una cálida sonrisa. El anciano acercándose lentamente le dijo a María: "La vida es como un libro en el que cada página ofrece una nueva oportunidad para descubrir la belleza oculta dentro de ti".
Confundida, María miró al anciano con curiosidad y le preguntó cómo podría encontrar esa belleza cuando todo a su alrededor parecía oscuro y sin esperanza. El anciano le respondió suavemente: "Tu historia no ha hecho más que comenzar, y cada día es una oportunidad para escribir un capítulo nuevo y emocionante".
Inspirada por las palabras del anciano, María decidió abrir su corazón a las posibilidades que el mundo le ofrecía. Con cada amanecer, recordaba las palabras del anciano y se comprometía a buscar pequeñas alegrías en su rutina diaria.
Poco a poco, María descubrió la belleza de un atardecer pintado en tonos cálidos y la melodía suave de la lluvia acariciando el suelo. A medida que se sumergía en la maravilla de la naturaleza, comenzó a apreciar la magia de los momentos simples que antes había pasado por alto, el baile de las hojas, el dulce canto de un pájaro o el aleteo incansable de una mariposa. Probó a sonreír a los niños con los que se cruzaba y aprendió de esas pequeñas maravillosas sonrisas. Descubrió que una taza de café o su infusión favorita era mucho más que agua caliente pasando a ser uno de los mejores momentos de cada día. Y se dió cuenta que todos los días podría tomar café... Y pasear por la vida.
Con el tiempo, María se convenció de que la vida no era una carga pesada e insuperable, sino una hermosa aventura llena de oportunidades para encontrar la felicidad en los detalles más pequeños. Cada día, recordaba las palabras del anciano y se animaba a sí misma con la idea de que su historia aún estaba siendo escrita, con innumerables páginas por llenar y descubrir.
Quiso regresar al lugar donde aquel anciano se le acercó para preguntarle su nombre pero... no le volvió a ver. Aún así cada vez que le recuerda le llama Corazón.
Por José Manuel Párraga Sánchez
"Cuentos de mi vida"
4 de noviembre de 2023
Te diría...
En estos tiempos difíciles (¿cuáles no lo son?) se me ocurre abrir los ojos y levantar la voz .. bueno escribir con "este boli digital de redes sociales" donde me pueda hacer oír. Y no tiembles no hablaré de política, no es para nada lo más importante en el discurrir y discernir de nuestras vidas.
Por eso...
Te diría que pienses en las cosas que van bien cuando te enfrentes a una crisis de esas que sin duda llegan y que vivas como si te quedaran un par de días o tres.
Te diría que no olvides de tomarte tiempo para pensar, comunicarte y compartir las cosas que te gustaría cambiar para cumplir tus objetivos, ese es el primer paso para conseguirlos.
Te diría que cuando la vida te arrastre hacia abajo, y te hundas, puedes darle una patada al fondo y volver a la superficie y respirar nuevamente. Muchos antes que tú ya lo hicieron.
Te diría que esfuérzate en encontrar la alegría y el significado a todo reto al que debas enfrentarte y no lo tomes nunca como una amenaza. Dado que cada vez te enfrentarás a adversidades más profundas: un trabajo que no va bien, una enfermedad o un accidente que cambiará todo en un instante, la pregunta por tanto, no es si alguna de esas cosas te sucederán. Lo harán.
Te diría que son los días difíciles, los que te desafían y retan tu existencia pero sobre todo serán los que definirán quien eres. No es lo que logres, sino cómo sobrevivas a ello.
Te diría que las semillas de la resiliencia son plantadas en la medida en que procesamos los acontecimientos negativos de nuestra vida. Sin ese procesamiento no hay avance, ni recuperación, ni valentía.
Te diría que puedes llegar a desear "Esto", pero obtendrás "Aquello" y tampoco estará tan mal. Y que no tomes los errores del pasado de manera personal, no te culpabilices, pero asume la responsabilidad para hacer los cambios necesarios para que no se repitan. Somos monos pero no burros.
Te diría que no dejes que la tragedia penetre en tu vida de tal forma que te consuma. Y que evites creer que el dolor durará para siempre. Acepta tus sentimientos, pero reconoce que no son eternos. Ni los buenos, ni los malos.
Te diría que la gratitud y el reconocimiento a los demás son claves para crear resiliencia. Las personas que se toman tiempo para hacer una lista de las cosas por las que pueden estar agradecidos son más felices y se encuentran más saludables. ¿Por qué no lo haces? Agradece por cada respiro, por el regalo de la vida. Celebra cada instante. Enfócate en cada momento de alegría, presta atención a eso que está pasando y te puede sacar una sonrisa.
Te diría que estás obligado a celebrar cada triunfo por pequeñito que sea y que puedes ayudar a otros a levantarse y eso sin duda te hará a ti no solo ponerte en pie sino volar.
Y finalmente te diría que somos más vulnerables de lo que hemos pensado, pero más fuertes de lo que nunca jamás hubiéramos imaginado.
Te espero en mis Seminarios Terapéuticos. Ya somos muchos los inscritos pero no quiero que te quedes fuera...
Te diría...
Inscríbete https://forms.gle/9TYHi8tcDMuQXzru8
Lugar de celebración Salón de Actos del Centro Asociado de la UNED de Plasencia. Días 16, 22 y 29 de noviembre , 13 y 20 de diciembre. Puedes asistir a uno o a todos. De ti depende.