30 de noviembre de 2023

La Regla de los 3 segundos o cómo cambiar tu vida en 3 segundos

Y si pudieras cambiar tu vida o tu destino en sólo 3 segundos... O cómo en sólo 3 segundos puedes pasar del "No puedo" a "Lo voy a conseguir".


Lo que creemos de las cosas que nos pasan o de los estímulos que recibimos, incluidas nuestras denodadas opiniones acerca de política, de economía o de relaciones de pareja son una sensación añadida por el cerebro y no una realidad. 
Si nuestras creencias estuvieran generadas por la realidad, todas las personas deberíamos compartir la misma opinión acerca de la economía o de si fue o no penalti. Sin embargo, no sucede así porque el cerebro de cada hombre y mujer transforma todo aquello que ve para que la vida tenga sentido para él y no para su vecino o para su suegra, dando lugar a tantos puntos de vista como individuos existen en la faz de la tierra. 

En la percepción está la clave de la realidad, bueno la clave individualizada de la realidad de cada uno. 

Este proceso de percepción se construye en cuatro etapas:

1. Traducimos los estímulos internos y externos a un lenguaje de señales  electroquímicas que el cerebro pueda entender, algo de lo que se encargan especialmente las neuronas y aquello que llamamos sentidos.
2. Analizamos esos estímulos a través de la corteza cerebral (un espacio de un grosor de poco menos que la mitad de un grano de arroz que llevamos debajo del cráneo y en donde dispuestas en 6 capas, como batallones de soldados, se encuentran más de 15 millones de neuronas), tras analizar seleccionamos lo más interesante, claro está lo más interesante para cada uno de nosotros.
3.  Asociamos todos esos estímulos a una imagen mental que procede de la memoria y en ese momento le damos un significado a las percepciones y todo esto lo hacemos de manera insconsciente (ojo al dato).
4. Integramos toda esa información para obtener una percepción continua de la realidad que es a lo que llamamos Presente. 

En 2016, Ernst Pöppel y Bao (este no es un pan chino) encontraron un patrón de 3 segundos para todas y cada una de las actividades que realicemos independientemente de como seamos, ya sea percepción auditiva, de visión, de memoria, del habla, del control del movimiento… El cerebro genera una “realidad” en ventanas de 3 segundos de duración y genera el Presente a partir de esa ingente información objetiva que llamamos realidad y de la que se sabe que solo llegamos a percibir no más del 0,01% de toda ella. [Pöppel, E. y Y. Bao, Subjective Time: The Philosophy, Psychology, and Neuroscience of Temporality, 2016: The MIT Press.]
 
Podemos decir que segmentamos la información en ventanas de tres segundos, la clasificamos, asociamos y alteramos en base a experiencias pasadas, integrándola para dar lugar a un continuo que conocemos como presente. 

Percibimos la realidad en porciones de tiempo, de forma segmentada, dividiendo cualquier experiencia en ventanas de tres segundos. En este período, el organismo traduce los estímulos al lenguaje cerebral, analiza sus características básicas, se queda con lo novedoso e interesante, le da un significado, integra la ventana actual con la anterior gracias a la memoria para ofrecer la sensación de continuidad y proyecta el resultado en la ínsula (y no la Barataria de Sancho Panza, sino la cerebral) para tomar conciencia de que somos nosotros quienes vivimos esto y no mi tía la del pueblo.

Esto es vital, si vital, porque hace posible que cada tres segundos exista la posibilidad de modificar cualquier aspecto de la realidad que percibimos. ¿Cómo? ¿Aunque llevemos 28 años haciendo lo mismo? Sí. Neurológicamente hablando, el cerebro es capaz de dar por acabada una costumbre en tan solo tres segundos, con un buen gancho de izquierda sobre el mentón. 


Un ejemplo… pasamos al lado de una pastelería y durante 3 segundos nos fijamos en ese maravilloso donuts de chocolate y nos sentimos tremendamente atraídos por él. Después dejamos de verlo, desaparece, de nuestra atención. Es decir, lo hemos visto, hasta lo hemos olido gracias al aroma delicioso que venia de dentro de la pastelería e incluso nuestras tripas han gritado de placer… después se ha esfumado. En ese corto espacio de tiempo ha acaparado nuestra ventana del presente y el organismo ha generado una percepción coherente de la realidad, ruidos en el estómago incluidos, basándose en la información recibida por los sentidos. 

Sigamos un razonamiento lógico. Justo cuando el donuts desaparece de nuestra "ventana" deberíamos pasar a experimentar otra cosa distinta de manera inmediata, una nueva realidad basada exclusivamente en la información actual de los sentidos. Sin embargo, esto no ocurre así en la práctica porque, aunque el presente sea un navegador web que se refresca cada tres segundos, seguimos pensando en ese donuts durante más tiempo. A esa persistencia se la conoce como memoria, y es vital para la construcción de un presente apetecible. Digo bien “apetecible”, apetecible para cada uno, de la manera más egoísta que te pudieras imaginar.

La memoria a corto plazo es la encargada de suavizar esa transición entre ventanas haciendo de la percepción algo gradual, un flujo, algo continuo.

En realidad, se trata de una transición tan obvia para el cerebro como la que hacemos al pasar de una cadena de tv a otra, pero sin ella el presente solo sería una sucesión de saltos sensoriales y emocionales bruscos poco apetecibles. La duración de esta transición es proporcional al tiempo que nuestra atención sigue puesta en ese donuts de chocolate o en cualquier otra cosa o estímulo. Al poner la atención en él, estamos diciéndole al organismo que queremos seguir pensando en ese donuts que ya no existe. ¿Y qué acostumbra a hacer cualquier organismo en ausencia de información? Pues se la inventa. Primero alarga la duración de la transición y después genera la percepción de la realidad apoyándose en la información procedente de la memoria. 

A fin de cuentas, es un apaño similar al desaguisado que el cerebro encuentra a la hora de construir la visión. Si no lo sabéis, el ojo es incapaz de enviar información de cualquier escena al cerebro puesto que no existen células capaces de transformar la luz en impulsos eléctricos, solo los transforma en impulsos nerviosos (estamos en manos de lo que interprete nuestro nervio óptico). El resultado es un punto ciego (es el lugar en el que tu cerebro, y no tú, decide que información poner ahí). Para arreglar este desaguisado, recordemos que el cerebro echa un vistazo a la información de las células vecinas, da por supuesto que la información en el punto ciego será parecida, y se inventa lo necesario. 
En el caso de la memoria el organismo hace algo similar. El cerebro da por supuesto que las ventanas sucesivas del presente serán parecidas a sus predecesoras y genera una ilusión, demostrando que la veracidad no es importante para él. 
Durante el tiempo que la memoria llena de ilusiones la ventana del presente, el cerebro intercambia la información de los sentidos por una imaginación, por una imagen mental. Esta imagen mental hace que las personas vivamos constantemente nuestra interpretación individual de la realidad. En cierto modo vivimos en el mundo de ficción que queremos vivir. Sea bueno o malo para nosotros. 

Aunque una experiencia pueda perdurar en el presente gracias a la memoria, no significa que la experiencia esté ocurriendo realmente. De hecho, solo tenemos la capacidad de recordar las cosas que pensamos y sentimos, no los hechos. 

Desde un punto de vista científico, los seres humanos tenemos la posibilidad de transformar cualquier aspecto de nuestra vida en un instante, cada tres segundos, pero no la vemos porque pensamos que la memoria, la persistencia en el presente de una información que no existe, es real. Darse cuenta de esto puede ayudar a muchas personas a reconectarse conscientemente con el proceso inteligente de la vida. Envasemos esta idea en una nueva premisa para llevarla en el bolsillo durante el día a día: «cada tres segundos existe la oportunidad de transformar la realidad que percibimos». 

La regla de los tres segundos no es algo místico o espiritual, proviene de la naturaleza misma del organismo. Tomar conciencia de ella nos permite convertir la percepción de la realidad (algo automático hasta ahora) en una elección consciente, devolviéndonos la libertad y el poder de decidir instante tras instante. 

Al final te diste la vuelta, entraste en la pastelería, compraste el Donuts y la realidad de ese momento fue otra... Estaba duro como una piedra. guiño

29 de noviembre de 2023

Luna y Nico en la Ciudad de Entrelazados

En la encantadora Ciudad de Entrelazados, donde las risas de los niños se mezclaban con el encanto eterno de la naturaleza, vivían dos amigos curiosos, Luna y Nico. 

Un día, decidieron aventurarse al Parque de la Comprensión, un lugar especial donde la amistad se fortalecía. 
Mientras jugaban en el parque, notaron destellos mágicos que tejían hilos invisibles entre ellos. Era la Red de Sincronía, que convertía sus risas y juegos en conexiones mágicas. Luna y Nico se dieron cuenta de que, cuando compartían sus sueños y escuchaban los del otro, la red brillaba aún más.

Un día, mientras paseaban, encontraron el Río de los Conflictos y sabian que era tremendamente peligroso pues les dijeron que muchos antes se habían ahogado en él por querer cruzarlo nadando. 

Caminando por la orilla llegaron al Puente de la Comunicación y sabían que antes o después debían cruzar el río de los Conflictos pues al otro lado de la orilla se encontrarían con un mundo lleno de aventuras. 
Al cruzarlo, se toparon con un jardín encantado llamado el Jardín de la Reflexión. Entre flores brillantes, descubrieron que hablar abierta y honestamente era como regar las semillas de la comprensión y que escuchando con sumo interés se regaban las semillas de la empatía. Pero lo más importante que aprendieron en ese jardín fue que sólo hay que pedir a cada uno lo que cada uno pueda dar.



A las afueras de la ciudad, bajo la sombra del majestuoso Árbol de los Recuerdos, Luna y Nico compartieron momentos especiales que querían recordar para siempre. Colgaron en una de sus ramas una hoja con un dibujo que reflejaba su amistad, prometiendo que, aunque crecieran, su vínculo seguiría siendo tan fuerte como las ramas de ese poderoso árbol.

A medida que Luna y Nico exploraban el Bosque de la Vida, aprendieron que la comunicación era mucho más que decir palabras; era un abrazo de sonrisas y la melodía de unas risas compartidas. Descubrieron que, cuando surgían conflictos, el Jardín de la Reflexión les ofrecía un espacio para resolverlos y aprender juntos. Y cruzando puentes los podrían atravesar sin peligros. 

La Red de Sincronía guió cada paso de Luna y Nico, haciendo que su amistad brillara como una estrella en el cielo nocturno de la Ciudad de Entrelazados. 

En este lugar mágico, donde la comunicación y la comprensión eran como puentes, parques y jardines, Luna y Nico descubrieron que las amistades verdaderas eran tesoros que se cultivan con "amor" y se riegan con "sumo cuidado". 

Y así, bajo la sombra del Árbol de los Recuerdos, juraron ser amigos para siempre, recordando que la magia de esa Ciudad residía en el arte de conectarse con el corazón.

Por José Manuel Párraga Sánchez 

23 de noviembre de 2023

El espejo de la Motivación

En el tranquilo pueblo de Valientes, vivía Mariajuana, una mujer llena de sueños pero atrapada en las garras del miedo. 

Un buen día se cruzó en su camino un misterioso hombre que percibió en los ojos de la joven una lucha interna, y sin mediar palabra se acercó a ella y le entregó una caja misteriosa.

¿Qué hay en esta caja?", preguntó con curiosidad.

"Es la llave para liberarte del miedo y encontrar la confianza que yace en tu interior", le respondió con una sonrisa sabia.

Mariajuana abrió la caja y encontró un espejo. Lo miró detenidamente y sin embargo, este no reflejaba su apariencia física, sino sus miedos más profundos. Con respeto pero a la vez con valentía, visualizó cada imagen que le atormentaba: el miedo al fracaso, al rechazo, y a no ser suficiente, entre otros muchos.

Guiada por sus instintos más recónditos emprendió un viaje hacia el Monte de los Desafíos. Allí, se enfrentó a sus temores uno por uno. Y cada vez que superaba un obstáculo, su confianza crecía como un sol radiante en el horizonte del amanecer.

En la Cueva de la Determinación, descubrió que la clave para vencer el miedo era la motivación que nacía en su interior, la que conduce al aprendizaje y a la autoestima. Con cada paso, aprendió a confiar en su capacidad para enfrentarse a cualquier adversidad.

El faro de los Sueños, que a lo lejos pudo divisar y que nunca antes había aparecido en su vida, iluminó su camino hacia "alguna parte" y en alguna parte se pudo dar cuenta que "cualquier parte" la motivaba a seguir caminando y disfrutando a cada paso porque el faro allí seguía estando al frente de su mirada.

Su vida se convirtió en un lugar donde la confianza florecía y aún sabiendo que la cadena del miedo es inevitable, aprendió que la verdadera valentía radicaba en enfrentarse a él y transformarlo en fuente de motivación. 

Tan solo tenía que volver a mirarse en el
espejo que un día aquel buen hombre le regaló.

Por José Manuel Párraga Sánchez 


16 de noviembre de 2023

Lamentino y la Salud Emocional

Lamentino era un hombre que vivía en la bulliciosa ciudad de Intranquilidad. Aunque aparentaba entereza ante los demás, su interior era un laberinto de emociones sin resolver. Un día, mientras paseaba por el parque de Reflexión, conoció a una anciana sabia llamada Clara.

Clara, con ojos llenos de experiencia, notó la pesada carga emocional que Lamentino llevaba consigo. Le habló sobre la importancia de cuidar la salud emocional, un tesoro, sin duda, más valioso que el oro. Le contó sobre su propia travesía hacia el equilibrio interior y cómo el haber aprendido a reconocer y expresar sus emociones le había brindado esa paz tan deseada.


Intrigado, Lamentino decidió emprender su propio viaje hacia la salud emocional.

 Visitó la colina de Autoconocimiento, donde descubrió emociones enterradas y las aceptó con mucha valentía. 

En el lago de Comunicación, aprendió a expresar sus sentimientos sin temor, construyendo puentes emocionales con los demás. Y paseando por el mar del Amor descubrió los más bellos momentos que nunca hubiera imaginado poder vivir.

En el bosque de Resiliencia, Lamentino se enfrentó a desafíos que fortalecieron su capacidad para superar adversidades. 

Y en la pradera de Gratitud, cultivó la apreciación por las pequeñas alegrías de la vida.

Con el tiempo, transformó su laberinto emocional en un jardín floreciente. Comprendió que la salud emocional no trata de apreciar solo las emociones positivas y de eliminar las negativas, sino de gestionarlas todas ellas con compasión y sabiduría.

Así, en la ciudad de Intranquilidad, la historia de Lamentino se convirtió en el mejor recordatorio de que cuidar la salud emocional es un viaje valioso y necesario para vivir una vida plena. De hecho el alcalde de la ciudad decidió con un apoyo unánime cambiarle el nombre. Ahora la ciudad se llama Serena. 

Lamentino, tras pasar por el Registro Civil, se cambió el nombre. Y para siempre ha pasado a llamarse... Amable. 

Por José Manuel Párraga Sánchez 


13 de noviembre de 2023

Relato breve. "La más poderosa de las Palabras"

 Allí estaba..., muy cerquita de mi, casi rozándome, pero otra vez me atreví a evitarla. Eran meses con las mismas lágrimas, con el mismo dolor, con la misma pena, con el mismo abandono, con la misma tristeza. Solía pensar que la peor cosa en la vida era terminar solo, pero no lo es. Lo peor de la vida es terminar con alguien que te hace sentir solo.

No pude reprimirme y apuré el último sorbo de café. Quería desprenderme de ella y soltarla porque me di cuenta que evitarla no tenía sentido.

Y un pensamiento cobraba fuerza en mi interior ¿Por qué evitas lo que puedes afrontar? ¡Afróntalo! Yo ya lo hice, acabé con ella, maldita, inútil, vete y no vuelvas y si vuelves me encontrarás preparado. ¡Largo Tristeza!

Cogiéndome la mano mi madre me dijo: “Hijo, si algún día recibes una invitación de la Tristeza llamando a tu puerta, dile que ya estás comprometido con la Alegría. No la ofusques porque es muy cabezona, tan sólo acompáñala hasta que se pierda en el horizonte, hasta que desaparezca en el tiempo. Y sobre todo hazlo aun cuando Alegría todavía no haya llegado. Eso si, deja las ventanas abiertas para cuando llegue. Alegría no es de golpear las puertas sino que entrará susurrando por las ventanas, como la brisa, como los rayos del sol, como la luz de luna llena. Y no la encierres, no la pongas cadenas, no le gusta. Si Alegría no es libre de hacer lo que quiera, volverá la Tristeza. ¡Ah! Ni se te ocurra ir a buscar a Alegría, nunca la encontrarás, ella te encontrará a ti, tan sólo deja abierta una ventana, por pequeña que sea”.

Mamá ya no está.

En ese momento se agolpaban en mi mente recuerdos de mi infancia. Y retumbaban en mi cerebro conjuntos de sílabas, a veces sin sentido que hacían de mi vida un infierno.

Y de pronto apareció ella, la palabra adecuada. ¿La haría caso? ¿la haría desaparecer en cuanto la viera? ¿la recordaría para siempre? o ¿la utilizaría en estos momentos de necesidad? No se, no se. Si lo supiera lo sabría. “¡Qué pedazo de perogrullada!” me dije a mi mismo intentando esbozar una mueca a modo de sonrisa fingida.

¡Déjate de frasecitas! exclamé en alto.

Afortunadamente no se me iba de la cabeza. Esa palabra que siempre aparecía en los peores momentos allí estaba de nuevo. No quería olvidarla tan solo recordarla y tenerla siempre presente, porque un día les escuché hablar, y en ello el Recuerdo le preguntó al Olvido… ¿A dónde vas? Pero claro no obtuvo respuesta. No porque fuera sordo, sino porque no le interesa. El Olvido nunca sabe dónde va, ni de dónde viene. Es más… por no ser, ni es y nunca llegará a ser. Sin embargo, el Recuerdo siempre intenta saber el porqué de las cosas. Es preguntón hasta el no va más. ¿Y le sirve de algo? ¡En absoluto!, porque a veces, las respuestas son más dolorosas que las dudas. Y las dudas, dudas son, sólo son dudas. ¿Pero cuántas veces puede uno llegar a hacerse daño con aquello que debió haber olvidado? Se preguntaba el Recuerdo. No me pude reprimir en ese momento y les espeté: “No te conformes con el olvido del recuerdo, ni con el recuerdo del olvido. Ni recuerdo, ni olvido. Porque yo olvido que he olvidado, que recordar me duele”.

Besándome en la frente mi padre me dijo: “Hijo, nadie camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces, ni alcanza la meta con un sólo intento, ni llega a la otra orilla sin haber construido puentes. Frente al abismo lo único que queda es aprender a volar, o volver por donde has venido que puede ser incluso más fácil, ¿no crees? No temas a volver por los mismos pasos ya que no existe ningún camino incorrecto, porque el camino correcto se hace al caminar y el camino incorrecto es aquel que nunca se anduvo”.

Papá ya no está.

Pero dejé de sentirme solo, a pesar de estar solo, una vez que esa palabra volvió a formar parte de mi vida. Y desde ese momento pude empezar a pintar un mundo de colores nuevos, pinté de colores mis sueños, sueños de esperanza, sueños sin complejos, sueños en una paleta con el pincel del cielo, del cielo de mis sueños, del sueño de mi cielo.

Esa palabra que hace que aproveche todo lo bueno que me trae la vida pero que también es un antídoto de la pena, la angustia, el dolor, la tristeza o la soledad. En los malos momentos no olvidarla me llena de alivio y me reconforta porque me hace recordar que todo tiene un fin y un final, y cuando camino por senderos felices me hace prudente porque sabré que estos tampoco serán eternos y les sacaré el mayor provecho.

Y finalmente me dormí…

...Dormí para soñar y soñé nuevos sueños. Sueños de bosques encantados, de hadas y de pequeños encantadores seres. Sueños de futuro y de presentes inciertos. Sueños compartidos y sueños en soledad. Busqué mi estrella en las noches sin luna..., en esas oscuras noches estrelladas..., en las únicas noches en las que ves las estrellas fugaces, en las únicas noches en las que puedes pedir un deseo, en las únicas noches en las que tus sueños…, se hacen realidad.

Y me preguntarás ¿Cuál es esa palabra tan poderosa?

La más poderosa de las palabras sin duda es… ¡Pasará!

7 de noviembre de 2023

La vida no es más que una hermosa aventura que acaba de comenzar

Había una vez una joven llamada María, cuyo corazón estaba envuelto en una densa niebla de tristeza. Cada día se despertaba sintiendo el peso abrumador de la desesperanza y la falta de propósito. Sus ojos reflejaban un anhelo profundo por algo que aún no podía definir y que le consumía por dentro.

Un día, mientras caminaba por un parque sombrío, María se encontró con un amable anciano que le ofreció una cálida sonrisa. El anciano acercándose lentamente le dijo a María: "La vida es como un libro en el que cada página ofrece una nueva oportunidad para descubrir la belleza oculta dentro de ti".

Confundida, María miró al anciano con curiosidad y le preguntó cómo podría encontrar esa belleza cuando todo a su alrededor parecía oscuro y sin esperanza. El anciano le respondió suavemente: "Tu historia no ha hecho más que comenzar, y cada día es una oportunidad para escribir un capítulo nuevo y emocionante".


Inspirada por las palabras del anciano, María decidió abrir su corazón a las posibilidades que el mundo le ofrecía. Con cada amanecer, recordaba las palabras del anciano y se comprometía a buscar pequeñas alegrías en su rutina diaria.

Poco a poco, María descubrió la belleza de un atardecer pintado en tonos cálidos y la melodía suave de la lluvia acariciando el suelo. A medida que se sumergía en la maravilla de la naturaleza, comenzó a apreciar la magia de los momentos simples que antes había pasado por alto, el baile de las hojas, el dulce canto de un pájaro o el aleteo incansable de una mariposa. Probó a sonreír a los niños con los que se cruzaba y aprendió de esas pequeñas maravillosas sonrisas. Descubrió que una taza de café o su infusión favorita era mucho más que agua caliente pasando a ser uno de los mejores momentos de cada día. Y se dió cuenta que todos los días podría tomar café... Y pasear por la vida. 

Con el tiempo, María se convenció de que la vida no era una carga pesada e insuperable, sino una hermosa aventura llena de oportunidades para encontrar la felicidad en los detalles más pequeños. Cada día, recordaba las palabras del anciano y se animaba a sí misma con la idea de que su historia aún estaba siendo escrita, con innumerables páginas por llenar y descubrir.


Quiso regresar al lugar donde aquel anciano se le acercó para preguntarle su nombre pero... no le volvió a ver. Aún así cada vez que le recuerda le llama Corazón. 


Por José Manuel Párraga Sánchez

"Cuentos de mi vida"

4 de noviembre de 2023

Te diría...

En estos tiempos difíciles (¿cuáles no lo son?) se me ocurre abrir los ojos y levantar la voz .. bueno escribir con "este boli digital de redes sociales" donde me pueda hacer oír. Y no tiembles no hablaré de política, no es para nada lo más importante en el discurrir y discernir de nuestras vidas.


Por eso...

Te diría que pienses en las cosas que van bien cuando te enfrentes a una crisis de esas que sin duda llegan y que vivas como si te quedaran un par de días o tres. 

Te diría que no olvides de tomarte tiempo para pensar, comunicarte y compartir las cosas que te gustaría cambiar para cumplir tus objetivos, ese es el primer paso para conseguirlos.

Te diría que cuando la vida te arrastre hacia abajo, y te hundas, puedes darle una patada al fondo y volver a la superficie y respirar nuevamente. Muchos antes que tú ya lo hicieron.

Te diría que esfuérzate en encontrar la alegría y el significado a todo reto al que debas enfrentarte y no lo tomes nunca como una amenaza. Dado que cada vez te enfrentarás a adversidades más profundas: un trabajo que no va bien, una enfermedad o un accidente que cambiará todo en un instante, la pregunta por tanto, no es si alguna de esas cosas te sucederán. Lo harán. 

Te diría que son los días difíciles, los que te desafían y retan tu existencia pero sobre todo serán los que definirán quien eres. No es lo que logres, sino cómo sobrevivas a ello.

Te diría que las semillas de la resiliencia son plantadas en la medida en que procesamos los acontecimientos negativos de nuestra vida. Sin ese procesamiento no hay avance, ni recuperación, ni valentía. 

Te diría que puedes llegar a desear "Esto", pero obtendrás "Aquello" y tampoco estará tan mal. Y que no tomes los errores del pasado de manera personal, no te culpabilices, pero asume la responsabilidad para hacer los cambios necesarios para que no se repitan. Somos monos pero no burros. 

Te diría que no dejes que la tragedia penetre en tu vida de tal forma que te consuma. Y que evites creer que el dolor durará para siempre. Acepta tus sentimientos, pero reconoce que no son eternos. Ni los buenos, ni los malos. 

Te diría que la gratitud y el reconocimiento a los demás son claves para crear resiliencia. Las personas que se toman tiempo para hacer una lista de las cosas por las que pueden estar agradecidos son más felices y se encuentran más saludables. ¿Por qué no lo haces? Agradece por cada respiro, por el regalo de la vida. Celebra cada instante. Enfócate en cada momento de alegría, presta atención a eso que está pasando y te puede sacar una sonrisa.

Te diría que estás obligado a celebrar cada triunfo por pequeñito que sea y que puedes ayudar a otros a levantarse y eso sin duda te hará a ti no solo ponerte en pie sino volar.

Y finalmente te diría que somos más vulnerables de lo que hemos pensado, pero más fuertes de lo que nunca jamás hubiéramos imaginado.


Te espero en mis Seminarios Terapéuticos. Ya somos muchos los inscritos pero no quiero que te quedes fuera...

Te diría...

Inscríbete https://forms.gle/9TYHi8tcDMuQXzru8

Lugar de celebración Salón de Actos del Centro Asociado de la UNED de Plasencia. Días 16, 22 y 29 de noviembre , 13 y 20 de diciembre. Puedes asistir a uno o a todos. De ti depende. 



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