23 de diciembre de 2010

Investigando Emociones: “La Emoción Laboral”. FELIZ NAVIDAD 2010








Un artículo publicado por Universia Knowledge@Wharton (mayo 2007) afirma que las emociones constituyen parte fundamental dentro de los ámbitos laborales (supongo que esto no serán sus conclusiones, es de perogrullo). El estado de ánimo, las emociones y el temperamento de los trabajadores pueden, en general, tener efectos sobre los resultados laborales, los procesos de toma de decisiones, la creatividad, las tasas de rotación, el trabajo en equipo, las negociaciones y el liderazgo. Un análisis publicado en Universia Knowledge Wharton explica el fenómeno y ofrece consejos (vamos a ver que aconsejan).

Sigal Barsade (la del estudio), profesora de Gestión de Wharton, estudia las influencias del afecto en los ambientes laborales y afirma que las emociones resultan verdaderos virus que viajan de persona a persona contaminando el lugar de trabajo (como el de la gripe A, pero más “contaminante”).

La experta es coautora de un artículo titulado ¿Por qué el afecto importa en las organizaciones?, definiendo afecto como sinónimo de emoción. "La literatura actual muestra que el afecto importa porque los individuos no son islas emocionales. Cuando los empleados acuden a su trabajo, también llevan consigo sus rasgos, estado de humor y emociones sus experiencias y expresiones afectivas afectan a los demás", se puede leer en el artículo, del que también es autor Donald Gibson (e.), de Dolan School of Business, Universidad de Fairfield.


En los últimos años se ha producido una revolución afectiva, y tanto académicos como directivos se han dado cuenta (vaya por Dios, se han dado cuenta ahora) de que las emociones de los empleados son parte fundamental de lo que ocurre en una organización, afirma Barsade, que ha investigado el área de las emociones y dinámicas de trabajo durante 15 años. "Al trabajo se llevan también las emociones y el cerebro. Y los sentimientos determinan resultados y comportamientos. Por eso, se debe pensar en la gente como conductores de emociones" (dicho así, suena raro, aunque más que conductores, desgraciadamente conozco a muchos/as que son "padecedores" de sus propias emociones).

Según Barsade, las investigaciones sugieren que la gente positiva suele obtener mejores resultados en el lugar de trabajo, y no es simplemente porque caigan mejor que los pesimistas. "La gente positiva procesa cognitivamente de manera más eficiente y más apropiada. Si estás de mal humor, gran parte del esfuerzo realizado se desperdicia en tu estado de ánimo. Si estás de buen humor, estás más abierto a asimilar información y gestionarla de manera efectiva" (el estado de ánimo es una condición fluctuante, como condición que es es, está condicionada; al estar condicionada puede verse expuesta a factores o hechos externos, lo que lo convierte en azaroso; salvo que sean sólo los factores internos los que condicionen el estado de ánimo, lo que nos da un plus de controlabilidad, claro, pero así la responsabilidad es nuestra, ¡tomémosla!, y condicionemos nuestro estado de ánimo hacia estados de positivos, momentos positivos, instantáneas positivas, recuerdos positivos, ...).

No es necesario pretender cambiar a los compañeros de trabajo, pero según Barsade, los trabajadores pueden adoptar medidas para evitar ser contagiados por un humor negativo. Antes de acudir a una reunión, pueden convencerse a sí mismos de que no van a sentirse molestos por las intervenciones de esa persona que siempre critica las ideas de los demás, o que no van a permitir que esa persona se convierta en el centro de atención de la reunión (reduciendo la posibilidad de contagio) Antes de ir a trabajar no puedes verte condicionado/a desde casa por que sabes que hoy tienes de compañero/a de turno a "ESA" persona que te condiciona tanto tu estado de ánimo, por ello convéncete de que HOY no te vas a sentir molesto/a, tu control de TU estado de ánimo ha de estar muy por encima de esas personas, de esas circunstancias.

Excesiva confianza online

El correo electrónico, la mensajería instantánea y las videoconferencias han introducido nuevos retos en el lugar de trabajo, añade Barsade. Los correos electrónicos y mensajes instantáneos pueden ser malinterpretados porque carecen de expresiones faciales, entonación y lenguaje corporal, lo cual ayuda a mostrar las emociones.

Mucha gente suele tomar grandes precauciones para conseguir que sus correos electrónicos sean neutrales, con el peligro de parecer demasiado secos. Por otro lado, aunque algunos añaden símbolos como signos de exclamación, interrogantes y mayúsculas en un intento de transmitir emociones, también puede acabar siendo peligroso, sobre todo cuando se gasta una broma o se pretende ser sarcástico.

¿Cuál es el mejor modo de expresar las emociones a través de estos medios?

El artículo señala un estudio que muestra que la gente suele tener una confianza excesiva en su capacidad para trasmitir determinado estado de ánimo a través de un correo electrónico, en particular cuando están intentando ser graciosos o sarcásticos.

"Las videoconferencias, cuyo uso también es cada vez más habitual, ofrece más pistas, pero aún así no es lo mismo que hablar cara a cara, en particular, en situaciones de grupo. Dado que estas tecnologías siguen creciendo como medio primario de comunicación en el mundo de los negocios, es fundamental que comprendamos cómo se interpreta y comunica el afecto en estos contextos", se puede leer en el artículo.

Los lugares de trabajo deben encontrar un uso inteligente del correo electrónico, sostiene Barsade. Su consejo es que "si algo es lo suficientemente importante como para que el contexto emocional sea relevante, entonces, es preferible la comunicación directa evitando depender únicamente de los correos electrónicos".

El control de las emociones

Barsade sugiere que, aunque algunas personas son mejores que otras en el control de sus emociones, eso no significa que sus compañeros de trabajo no se percaten de sus estados de ánimo. "Tal vez piensen que no están mostrando sus emociones, pero probablemente lo hacen a través de sus expresiones faciales o lenguaje corporal. Sentimientos que incluso no sean conscientes influyen sobre los pensamientos y el comportamiento".

El artículo menciona el concepto de trabajo emocional para describir situaciones en las que los empleados disciplinan la demostración pública de sus emociones para cumplir con ciertas expectativas. Uno de sus enfoques es la actuación superficial, en la que, por ejemplo, el agente que presta servicios de atención al cliente en una compañía aérea se obliga a sí mismo a sonreír y ser amable con los clientes que han perdido su equipaje.

Otro enfoque es la actuación profunda, en la que los empleados muestran emociones que reflejan sentimientos en los que han trabajado hasta llegar incluso a sentir. En este escenario, el estresado trabajador de la compañía aérea simpatiza con el cliente y muestra emociones que sugieren cierta empatía. Para Barsade, este comportamiento resulta más sano, debido a que causa menos estrés, especialmente, respecto del agotamiento emocional por tener que ocultar las propias emociones y representar un papel (actuar, establecer un rol en cada ámbito de tu vida, te hará adoptar actitudes diferentes en escenarios diferentes, con compromisos diferentes y reacciones diferentes, que podrás identificar como resultado de esa actuación, lo que te protegerá, -ante resultados negativos-, sin duda, de tus resultados en otros escenarios de acción, o de actuación. Escribe tu propio guión de tu película, se tú propio director y por supuesto date a ti como productor... el papel principal) .

En este artículo, Barsade y Gibson consideran tres tipos diferentes de sentimientos:

  • Emociones puntuales de corto plazo, como la alegría, la ira, el miedo y la indignación.
  • Estados de humor, que son sentimientos que perduran algo más y no están necesariamente relacionados con una causa particular. Por ejemplo, una persona puede estar de buen o de mal humor.
  • Rasgos de la personalidad, que definen el enfoque general de una persona ante la vida. “Siempre es tan alegre”, o “Siempre mira el lado negativo”.

Estos tres tipos de sentimientos pueden ser contagiosos, y las emociones no tienen por qué ser especialmente intensas u obvias para producir un impacto. Demostraciones sutiles de las emociones, como fruncir rápidamente el ceño, también pueden tener efectos, dice Barsade. Y como ejemplo señala lo siguiente: “Pongamos por caso que tu jefe está por norma general de buen humor, pero un día lo ves en una reunión y ves que su mirada es diferente. Aunque no cruces de nuevo la mirada con él durante el resto de la reunión, sus ojos te han desvelado información valiosa que te va a tener preocupado y descentrado el resto de la reunión”.

Las investigaciones de Barsade se han desarrollado en diversos lugares de trabajo. Últimamente visitó muchas residencias de la tercera edad. Sus investigaciones encontraron que en residencias en las que los empleados manifiestan tener una cultura de trabajo positiva –lo cual Barsade denomina “cultura del amor”-, estaban mejor que aquellos de residencias con una cultura de trabajo menos compasiva y comprensiva. Tenían menos dolores, visitaban con menor frecuencia la enfermería y la probabilidad de mostrarse satisfechos y de buen humor era más alta. CULTURA DE TRABAJO POSITIVA, ESE ES EL OBJETIVO.

Fuente: Universia Knowledge Wharton

En cursiva, referencias de José Manuel Párraga Sánchez

Feliz Navidad.






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