Necesito
vuestra ayuda... la de todos. Combatamos el diagnóstico de
“Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)”.
Nos
vamos a quedar sin una generación de creativos, inventores,
artistas... gente inquieta con una visión del mundo diferente a la
mayoría. Esos que hace un tiempo siendo inquietos, distraídos, poco
atentos, solitarios, activos en desmedida, desorganizados, etc.,
soñaban y construían el mundo diferente en el que ahora vivimos.
Genios como Einstein, Bill Gates, Graham Bell, Hans Christian
Andersen, Julio Verne, Beethoven, Walt Disney, Galileo, Picasso,
Lincoln, Dalí, Newton... no hubieran desarrollado todas sus
capacidades de haber nacido en estos tiempos. Estarían dopados.
Pero
en la actualidad cientos de miles de niños están siendo amputados
de sus percepciones, comportamientos, sentimientos y emociones...
para siempre.
Cuánto
dinero desearán seguir ganando esos facultativos (psiquiatras,
pediatras, médicos de cabecera...) que actualmente diagnostican de
TDAH al 20% de los niños norteamericanos y por encima del 10% de los niños europeos. De los cuales están medicalizados cerca del 50%
con fármacos similares en composición química a la anfetamina y
tan adictivos como la cocaína (metilfenidato,
clasificado por la Administración de Control de Drogas de Estados
Unidos como un narcótico de Clase II: la misma clasificación que la
cocaína, la morfina y las anfetaminas).
Es
curioso constatar que en la mayor parte de los países occidentales,
el metilfenidato (producto estrella para este trastorno inventado) no
está autorizado para su uso, ni en adultos, ni en pacientes de edad
avanzada, ni en niños menores de 6 años, porque no se han
establecido la seguridad y eficacia en estos grupos de edad. ¿Y sí
se han establecido para niños, adolescentes y jóvenes que los consumen a bocas llenas?
Ya
en los años 70 era un tratamiento en auge (la niña del exorcista
era consumidora de metilfenidato -Ritalín- por prescripción
facultativa en la pelicula). Leon Eisenberg el gran creador de este
trastorno (curioso que ni siquiera tenga entidad de enfermedad), unos
meses antes de morir afirmó al semanario alemán “Der Spiegel”
que se trataba de un ejemplo claro de “enfermedad ficticia”, y
que lo más importante para su expansión fue conseguir que la gente
creyera que el TDAH tiene una base genética, con ello se disminuía
el sentimiento de culpa de los padres al pensar que el niño ha
nacido así y el futuro tratamiento con medicamentos adictivos era
menos cuestionable.... y por lo tanto mucho más lucrativo. Confesó
que lo que debería hacer un psiquiatra infantil (lo que el era) es
tratar de establecer las razones psicosociales que pueden provocar
determinadas conductas, un proceso que lleva tiempo, por lo que
prescribir una pastilla contra el TDAH es mucho más rápido... y
lucrativo.
Tras
estas revelaciones de Eisenberg, la psicóloga estadounidense Lisa
Cosgrove informó que tras un estudio de 170 miembros del grupo que
se dedica a editar el Manual de Trastornos Mentales (DSM), el 56%
tenía una o más relaciones financieras con empresas de la industria
farmacéutica.
Las
personas a las que les tildan con el diagnóstico de TDAH, dan la
impresión de estar ausentes, sin embargo, aunque parezcan que no
están en la habitación, en la sala o en el aula, están
fotografiando absolutamente todo lo que existe en el lugar.
Probablemente si no se ha captado su atención estarán ensimismados
en sus pensamientos, seguramente dentro de un tema que es de su
interés, o bien escudriñando todos los objetos de alrededor
pensando la utilidad de cada uno. Al hacer esto su cerebro está
funcionando, no está pensando en las musarañas como se suele decir,
incluso quizás está mucho más elaborado lo que está en su mente
que los que atienden a una explicación o conversación. Y debido a
ello, sin venir a colación, hacen una pregunta fuera del tema a
tratar, lo que quiere decir que realmente no están ausentes,
simplemente no les interesa el tema del que se habla.
Los
psicólogos han descubierto que si dejas que tu mente divague puedes
darte de cara más fácilmente con mejores ideas (pensamiento
lateral, pensamiento divergente, o mente errante). La mente está
huyendo continuamente del presente y lo estamos haciendo todo el
tiempo decía Jonathan Schooler de la Universidad de California.
Según algunas estimaciones, podemos pasar cerca de un 50% de
nuestras vidas con nuestra mente a la deriva, lejos del momento
actual, en un mundo interior que solo existe en nuestras cabezas... y
eso no es un trastorno.
Actualmente
los niños tienen otras aptitudes, fruto de las nuevas tecnologías,
se comportan de otra manera, consecuencia de los rápidos cambios
sociales, son más instintivos, menos reflexivos, devoradores de la
vida que viven, la suya... y algunos de ellos, son tan inquietos, tan
audaces, tan reivindicativos, tan impenetrables, tan desidiosos,
como siempre han existido a lo largo de la humanidad... y eso no es
un trastorno.
No
acabemos con los sueños de estos niños, que serán los sueños del
futuro de nuestra humanidad. Sólo necesitan una atención diferente,
pero todos, todos los niños necesitan una educación diferente,
acorde al siglo XXI en la que los mejores docentes deberían impartir
sus conocimientos en los primeros años de enseñanza, donde se
aprenden los fundamentos de todos los posteriores aprendizajes. Hacia
los 7 años el alumno se encuentra en la fase más manejable y es
cuando realiza algunas de las conexiones mentales fundamentales que
le estructuraran toda su vida. Por eso debe considerarse esencial
seleccionar a los mejores educadores para ayudar en ese proceso, en
los que se requiera además una gran dosis de sensibilidad social,
capacidad de comunicación y empatía, claro está que sazonado con
aptitudes artísticas, tecnológicas y explicativas.
Parece
unánimemente aceptado que, combinado con un alto
cociente intelectual, los niños diagnosticados de TDAH poseen
una alta capacidad creativa y de innovación, estimulando los
instintos de experimentación. Esto explicaría que personas en las
que coinciden un alto CI y un TDAH rindan notablemente más que la
media y se asocien a ideas y conductas que, por significativamente
distintas y contradictorias, poseen un alto valor de diferenciación
y originalidad.
El
metilfenidato puede ocasionar la muerte repentina en niños y
adolescentes y tiene unos efectos secundarios de aparición frecuente
reconocidos por profesionales a favor y en contra de la
medicalización, como son: dolor abdominal, anorexia, mareos,
dolor de cabeza, insomnio, nerviosismo, bajo peso y baja altura,
aislamiento social, apariencia de estar "aturdidos o drogados",
aspecto de psicosis o manifestaciones psicóticas, cambios en la
personalidad, estreñimiento, sequedad en la boca, el aumento de la
hiperactividad, aumento de la presión arterial, taquicardias,
palpitaciones, cambios de humor (irritabilidad), náuseas,
tolerancia... ¿a que os suena? Drogadictos.
Independientemente
de si el Metilfenidato tiene efectos adversos o no, porque incluso
sus más apasionados defensores, los niegan, ahora nos enfocaremos en
una verdad innegable, algo que todos tanto defensores como
detractores conocen, y es que al ser un estimulante, el
metilfenidato, provoca dependencia física, psicológica, con
tolerancia aguda que hace necesario el aumento progresivo de las
dosis de la medicación, incluso en la página en línea de Novartis
(empresa farmacéutica) se indica que el medicamento provoca
dependencia y adicción. Si tenemos solo este factor importante en
cuenta, deberíamos suspender por completo el uso de estimulantes en
niños. Se debería crear una ley donde se prohíba su prescripción
y uso en menores de 18 años, no solo porque puede provocar retardo
en el crecimiento, convulsiones, cáncer, visión borrosa, depresión,
etc., sino porque es un medicamento altamente adictivo, que enseña
a los niños a utilizar drogas para resolver sus problemas.
La dependencia en un medicamento psicoactivo para hacer que los niños
estén listos
para aprender,
no solamente no es apoyado por la evidencia, sino que les enseña a
los niños lecciones incorrectas acerca de cómo enfrentar el estrés
y los retos de la vida.
Además,
este nuevo comportamiento alcanzado, a priori socialmente más
admisible, se ha asociado a una menor riqueza en la cantidad y
abanico de expresiones emocionales, menos afán exploratorio y
flexibilidad cognitiva, menor capacidad para asombrarse y preguntar,
menor espontaneidad e iniciativa, humor plano y actitud más pasiva,
aunque sobre esta cuestión persiste la controversia.
Desde
el año 1992 el consumo de metifenidato se ha incrementado un 8%
anual [Revista de Neurología 2003;37:806-810]. En 20 años el
incremento ha sido de un 200%, correlativamente en ese tiempo el
precio de “la pastillita” se ha incrementado en más del 500%. En
España el despegue de la terapia farmacológica se demoró una
década, coincidiendo con la comercialización en 2004 del
metilfenidato en liberación prolongada. Actualmente nos encontramos
entre los principales consumidores mundiales de metilfenidato (entre
los años 2000 y 2012 las dosis diarias de metilfenidato en la
población infantil se han multiplicado casi por 30), manteniendo un
crecimiento exponencial constante
(http://www.navarra.es/NR/rdonlyres/47EADFE7-470B-4BC7-B903-373C2E834804/278105/Bit_v21n6.pdf).
La
prescripción de metilfenidato es un negocio millonario, que no es un
secreto para nadie, en un período de 10 años, "entre 1991 a
2001, el consumo de Ritalin se incrementó de 0,6 billones a 6,7
billones de dólares" (Mayes, Bagwell, Erkulwater, 2009, p. 351)
El
sistema de salud de Navarra en su edición de nov-dic 2013 del
Boletín Farmacoterapéutico indica con la mayor evidencia científica
disponible que quizá la dinámica actual de la sociedad occidental
no esté favoreciendo en el niño la atención sostenida, la demora
en la recompensa, la estrategia reflexiva o el desarrollo de la
inteligencia emocional y madurez que luego le demandamos. En este
contexto, a menudo las familias y las escuelas se sienten desbordadas
ante casos de comportamiento complejo por múltiples factores: falta
de tiempo, carencia de habilidades específicas, dificultad para
individualizar los itinerarios formativos, quiebra en la autoridad
moral, presión competitiva, etc . Y una vez etiquetado el niño como
enfermo, liberados en parte todos de nuestra respectiva
responsabilidad, el fármaco se presenta como una opción cómoda,
con resultados visibles a corto plazo, incluso más económica que
otras alternativas alejadas de la farmacoterapia. El comprimido llega
para reforzar, y acaso reformular, la identidad del menor.
Por
ello hay autores que, seguramente con buen criterio, plantean la
opción farmacológica como último recurso, útiles estratégicamente
en momentos determinados y con carácter de urgencia inevitable, muy
limitados en el tiempo mientras se evalúa rigurosamente el caso
y el entorno se organiza a favor del niño. Hacia esta meta
proponemos caminar, minimizando el impacto de la medicación, donde
el proceso de evaluación sea más profundo y pausado, con
perspectiva multifactorial, implicando seriamente a niños, familias
y comunidad educativa, para finalmente abrir el abanico de soluciones
alternativas. Porque el objetivo es claro: ‘Todo para el niño,
pero con el niño’.
Los
fármacos ocasionan efectos adversos cardiovasculares, psiquiátricos
y endocrinos (algunos raros y muy graves, otros frecuentes con
repercusiones ignoradas y/o desconocidas). También producen
dependencia y abuso. Destruyen sueños, motivaciones, pasiones,
ilusiones, emociones, sentimientos..., en definitiva: la magia de
vivir.
Ayudadme
por favor: Salvemos a nuestros HIJOS... Salvemos nuestro Futuro
José
Manuel Párraga Sánchez
Papá
de 3 hijos
Doctor
en Psicología
Que maquina estas hecho!
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