Cuando
las cosas tan mal vayan que sin quererlo
pasa.
Cuando
el camino hacia una cuesta empinada tira.
Cuando
tus pasos enlentezcan tu destino.
Cuando
tus recursos escaseen y sólo tus “deudas” miras.
Y no
sonríes, sino lloras.
Siéntate
en el camino, pero no te rindas.
Si
tus preocupaciones te asaltan y te aniquilan.
Si no
encuentras respuestas a tus preguntas vacías.
Si
sí, o si no, o si tal vez, o si dudas de ti algún día.
O si
el fracaso llamase a tu puerta o le abrieras a la intriga.
Y no
sonríes, sino lloras.
Siéntate
en el camino, pero no te rindas.
Fracasar
no es caer, es no poderte levantar.
El
éxito no es llegar, sino el esfuerzo en el camino.
Y cuando los nubarrones aparezcan déjalos pasar
procurando disfrutar del arco iris del destino.
Y aunque
el paso sea lento, impreciso y lento,
recuerda
que más allá del triunfo está el ¡otra vez lo intento!.
Por
eso, atrévete a luchar sin duda,
porque
en verdad, cuando todo se enturbia,
el
que es valiente no se rinde,
¡lucha!
PRECIOSA
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