Hoy termina el verano... os presento el último cuento de verano. Feliz otoño. Todo empieza a cambiar...
Habitación con vistas
Dos hombres, los dos gravemente enfermos, ocupaban la misma
habitación de hospital.
Uno de los dos podía sentarse en su cama durante una hora cada mediodía a fin de evacuar los fluidos de sus pulmones. Su cama estaba al lado de la única ventana de la habitación.
Uno de los dos podía sentarse en su cama durante una hora cada mediodía a fin de evacuar los fluidos de sus pulmones. Su cama estaba al lado de la única ventana de la habitación.
El otro
hombre debía pasar sus días tumbado, sin poderse levantar en ningún momento.
Los dos
hablaban durante horas. Hablaban de sus esposas, de su familia, de su casa, de
su empleo, de su participación en el servicio militar y de dónde habían pasado
sus vacaciones. Además, cada mediodía, cuando el hombre de cerca de la ventana
podía sentarse, pasaba este tiempo describiendo a su compañero de habitación
todo lo que podía ver fuera a través de la ventana.
El
hombre de la otra cama sentía que volvía a vivir gracias a estos períodos de
una hora en los que su mundo era ampliado y animado por todas las actividades y
colores del mundo exterior. Desde la habitación, la vista daba a un parque con
un hermoso lago. Los patos y los cisnes jugaban en el agua, mientras los niños
hacían navegar sus barcos en miniatura. Los jóvenes enamorados paseaban
enlazados entre las flores de todos los colores del arco iris. Grandes árboles
decoraban el paisaje y una hermosa vista de la ciudad se podía percibir en el
horizonte.
Mientras
que el hombre cerca de la ventana describía todo esto con detalles exquisitos,
el hombre del otro lado de la habitación cerraba sus ojos e imaginaba la escena
pintoresca. Otro mediodía, el hombre cerca de la ventana describió un desfile
que pasaba por allí. Ya que el hombre yacente no podía oír la orquesta, podía
sin embargo verla con los ojos de su imaginación, dada la descripción llena de
palabras poéticas y precisas.
Una
mañana, la enfermera de día llegó para traer el agua de los lavabos y descubrió
el cuerpo sin vida del hombre que estaba cerca de la ventana - se había apagado
apaciblemente durante su sueño. Entristecida, pidió ayuda para llevarse el
cuerpo. El otro hombre, en cuando sintió que era el momento preciso, pidió si
él podía ser desplazado al lado de la ventana. La enfermera se alegró de poder
complacerle y, después de asegurarse de que estaba confortablemente instalado,
le dejó solo.
Lentamente,
se alzó como pudo sobre un codo para echar un primer vistazo. Al fin tendría la
alegría de ver por sí mismo todo lo que su compañero había sabido describirle
tan bien... Sin embargo, ¡todo lo que sus ojos vieron fue un simple muro!
"¿Por qué su compañero muerto le había descrito tantas maravillas si en
realidad no había nada?", le preguntó a la enfermera. "Puede que
simplemente haya querido darle ánimos, puesto que él era ciego".
EPÍLOGO:
“Hay una felicidad inmensa en hacer felices a los otros, a pesar de las propias
preocupaciones. La pena compartida es la mitad del dolor, pero la alegría, una
vez compartida, es doble. Si quieres sentirte rico/a de verdad, no tienes más que
contar todas aquellas cosas que posees y que el dinero no puede comprar.
El
hoy es un regalo, y por eso se llama "presente".
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