7 de noviembre de 2023

La vida no es más que una hermosa aventura que acaba de comenzar

Había una vez una joven llamada María, cuyo corazón estaba envuelto en una densa niebla de tristeza. Cada día se despertaba sintiendo el peso abrumador de la desesperanza y la falta de propósito. Sus ojos reflejaban un anhelo profundo por algo que aún no podía definir y que le consumía por dentro.

Un día, mientras caminaba por un parque sombrío, María se encontró con un amable anciano que le ofreció una cálida sonrisa. El anciano acercándose lentamente le dijo a María: "La vida es como un libro en el que cada página ofrece una nueva oportunidad para descubrir la belleza oculta dentro de ti".

Confundida, María miró al anciano con curiosidad y le preguntó cómo podría encontrar esa belleza cuando todo a su alrededor parecía oscuro y sin esperanza. El anciano le respondió suavemente: "Tu historia no ha hecho más que comenzar, y cada día es una oportunidad para escribir un capítulo nuevo y emocionante".


Inspirada por las palabras del anciano, María decidió abrir su corazón a las posibilidades que el mundo le ofrecía. Con cada amanecer, recordaba las palabras del anciano y se comprometía a buscar pequeñas alegrías en su rutina diaria.

Poco a poco, María descubrió la belleza de un atardecer pintado en tonos cálidos y la melodía suave de la lluvia acariciando el suelo. A medida que se sumergía en la maravilla de la naturaleza, comenzó a apreciar la magia de los momentos simples que antes había pasado por alto, el baile de las hojas, el dulce canto de un pájaro o el aleteo incansable de una mariposa. Probó a sonreír a los niños con los que se cruzaba y aprendió de esas pequeñas maravillosas sonrisas. Descubrió que una taza de café o su infusión favorita era mucho más que agua caliente pasando a ser uno de los mejores momentos de cada día. Y se dió cuenta que todos los días podría tomar café... Y pasear por la vida. 

Con el tiempo, María se convenció de que la vida no era una carga pesada e insuperable, sino una hermosa aventura llena de oportunidades para encontrar la felicidad en los detalles más pequeños. Cada día, recordaba las palabras del anciano y se animaba a sí misma con la idea de que su historia aún estaba siendo escrita, con innumerables páginas por llenar y descubrir.


Quiso regresar al lugar donde aquel anciano se le acercó para preguntarle su nombre pero... no le volvió a ver. Aún así cada vez que le recuerda le llama Corazón. 


Por José Manuel Párraga Sánchez

"Cuentos de mi vida"

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