13 de noviembre de 2023

Relato breve. "La más poderosa de las Palabras"

 Allí estaba..., muy cerquita de mi, casi rozándome, pero otra vez me atreví a evitarla. Eran meses con las mismas lágrimas, con el mismo dolor, con la misma pena, con el mismo abandono, con la misma tristeza. Solía pensar que la peor cosa en la vida era terminar solo, pero no lo es. Lo peor de la vida es terminar con alguien que te hace sentir solo.

No pude reprimirme y apuré el último sorbo de café. Quería desprenderme de ella y soltarla porque me di cuenta que evitarla no tenía sentido.

Y un pensamiento cobraba fuerza en mi interior ¿Por qué evitas lo que puedes afrontar? ¡Afróntalo! Yo ya lo hice, acabé con ella, maldita, inútil, vete y no vuelvas y si vuelves me encontrarás preparado. ¡Largo Tristeza!

Cogiéndome la mano mi madre me dijo: “Hijo, si algún día recibes una invitación de la Tristeza llamando a tu puerta, dile que ya estás comprometido con la Alegría. No la ofusques porque es muy cabezona, tan sólo acompáñala hasta que se pierda en el horizonte, hasta que desaparezca en el tiempo. Y sobre todo hazlo aun cuando Alegría todavía no haya llegado. Eso si, deja las ventanas abiertas para cuando llegue. Alegría no es de golpear las puertas sino que entrará susurrando por las ventanas, como la brisa, como los rayos del sol, como la luz de luna llena. Y no la encierres, no la pongas cadenas, no le gusta. Si Alegría no es libre de hacer lo que quiera, volverá la Tristeza. ¡Ah! Ni se te ocurra ir a buscar a Alegría, nunca la encontrarás, ella te encontrará a ti, tan sólo deja abierta una ventana, por pequeña que sea”.

Mamá ya no está.

En ese momento se agolpaban en mi mente recuerdos de mi infancia. Y retumbaban en mi cerebro conjuntos de sílabas, a veces sin sentido que hacían de mi vida un infierno.

Y de pronto apareció ella, la palabra adecuada. ¿La haría caso? ¿la haría desaparecer en cuanto la viera? ¿la recordaría para siempre? o ¿la utilizaría en estos momentos de necesidad? No se, no se. Si lo supiera lo sabría. “¡Qué pedazo de perogrullada!” me dije a mi mismo intentando esbozar una mueca a modo de sonrisa fingida.

¡Déjate de frasecitas! exclamé en alto.

Afortunadamente no se me iba de la cabeza. Esa palabra que siempre aparecía en los peores momentos allí estaba de nuevo. No quería olvidarla tan solo recordarla y tenerla siempre presente, porque un día les escuché hablar, y en ello el Recuerdo le preguntó al Olvido… ¿A dónde vas? Pero claro no obtuvo respuesta. No porque fuera sordo, sino porque no le interesa. El Olvido nunca sabe dónde va, ni de dónde viene. Es más… por no ser, ni es y nunca llegará a ser. Sin embargo, el Recuerdo siempre intenta saber el porqué de las cosas. Es preguntón hasta el no va más. ¿Y le sirve de algo? ¡En absoluto!, porque a veces, las respuestas son más dolorosas que las dudas. Y las dudas, dudas son, sólo son dudas. ¿Pero cuántas veces puede uno llegar a hacerse daño con aquello que debió haber olvidado? Se preguntaba el Recuerdo. No me pude reprimir en ese momento y les espeté: “No te conformes con el olvido del recuerdo, ni con el recuerdo del olvido. Ni recuerdo, ni olvido. Porque yo olvido que he olvidado, que recordar me duele”.

Besándome en la frente mi padre me dijo: “Hijo, nadie camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces, ni alcanza la meta con un sólo intento, ni llega a la otra orilla sin haber construido puentes. Frente al abismo lo único que queda es aprender a volar, o volver por donde has venido que puede ser incluso más fácil, ¿no crees? No temas a volver por los mismos pasos ya que no existe ningún camino incorrecto, porque el camino correcto se hace al caminar y el camino incorrecto es aquel que nunca se anduvo”.

Papá ya no está.

Pero dejé de sentirme solo, a pesar de estar solo, una vez que esa palabra volvió a formar parte de mi vida. Y desde ese momento pude empezar a pintar un mundo de colores nuevos, pinté de colores mis sueños, sueños de esperanza, sueños sin complejos, sueños en una paleta con el pincel del cielo, del cielo de mis sueños, del sueño de mi cielo.

Esa palabra que hace que aproveche todo lo bueno que me trae la vida pero que también es un antídoto de la pena, la angustia, el dolor, la tristeza o la soledad. En los malos momentos no olvidarla me llena de alivio y me reconforta porque me hace recordar que todo tiene un fin y un final, y cuando camino por senderos felices me hace prudente porque sabré que estos tampoco serán eternos y les sacaré el mayor provecho.

Y finalmente me dormí…

...Dormí para soñar y soñé nuevos sueños. Sueños de bosques encantados, de hadas y de pequeños encantadores seres. Sueños de futuro y de presentes inciertos. Sueños compartidos y sueños en soledad. Busqué mi estrella en las noches sin luna..., en esas oscuras noches estrelladas..., en las únicas noches en las que ves las estrellas fugaces, en las únicas noches en las que puedes pedir un deseo, en las únicas noches en las que tus sueños…, se hacen realidad.

Y me preguntarás ¿Cuál es esa palabra tan poderosa?

La más poderosa de las palabras sin duda es… ¡Pasará!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails